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Luces y sombras en el Asia Central, por Ramiro Ordoqui*

Nota publicada para el CARI (Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales) por Ramiro Ordoqui, integrante del equipo de la Cátedra Libre de Relaciones Internacionales de la Universidad Provincial de Ezeiza.


La idea de arrojar luz sobre las sombras que esparce la pandemia de COVID19 en Asia Central necesita desde el inicio una gran dosis de honestidad en pos de aportar herramientas a un debate responsable. Justamente, porque la mayor crítica a lo que hoy sucede en Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán se centra en las dificultades para acceder a la información libre; quizás el único punto donde todos sus caminos se cruzan desde antes de ser incluso países independientes. Cinco naciones que han convivido durante siglos en la órbita de ese gran proyecto de la Rusia Euroasiática, ya sea dentro del Imperio zarista o de la Unión Soviética, o incluso fuera de ellos, hoy enfrentan un enemigo común a todo el mundo, cada una a su manera.

En primer lugar, es necesario analizar las tendencias globales de mediano plazo, en ocasiones eclipsadas por la coyuntura, pero que tras correr el velo invitan humildemente a pensar que los cambios a consecuencia de esta crisis no sean sino la profundización de un proceso de varios años. El punto de quiebre ocasionado por los atentados de 2001 y otros sucesos que motivaron la inestabilidad sistémica, en especial la crisis financiera de 2008, se encuentran en los límites de un cambio estructural que afecta al sistema internacional. La crisis de hegemonía actual estaría cerrando una etapa dominada por la globalización económica y la democracia liberal. Surgen por lo tanto nuevos centros de poder, se discute la transnacionalización de la economía, la cuestión medioambiental cobra protagonismo en la toma de decisiones y la gobernanza encuentra cada vez más rápidamente límites a sus capacidades de encontrar resoluciones. En ese contexto, una crisis sanitaria viene probablemente a profundizar lo que ya hace más de 15 años está sucediendo y no a revolucionar ninguna dinámica en particular, como es tentador imaginar. En el caso de Asia Central esto es aún más evidente, con países jóvenes que siguen navegando en busca de su consolidación institucional y la autonomía necesaria para definir agendas propias siempre alrededor del Estado como actor fundamental.

El mundo hasta finales de 2019 era uno que imponía escenarios desafiantes como la guerra comercial China-Estados Unidos, la dicotomía entre globalización y regionalización o el falso dilema entre ideología e intereses. Era un mar de tensiones donde Oriente pulseaba por entregar respuestas más atractivas y eficientes al concierto multilateral que Occidente, la fuga de poder en este mismo sentido era inocultable, el límite a la globalización no se conmovía ante el cierre de fronteras y aislamiento de personas, la economía esperaba un recorte en sus expectativas y cada vez más voces de partidos políticos se expresaban en términos xenófobos por conveniencia electoral. Ese mundo no ha cambiado.

Continúa en la web del CARI (http://www.cari.org.ar/recursos/coronavirus20-04-20.html)


*Miembro del Grupo de Trabajo sobre Estudios Contemporáneos del Espacio Euroasiático. Relaciones Internacionales en el Senado de la provincia de Buenos Aires y profesor universitario UPE

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